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En el mundo existe una extrema izquierda que no se oculta, se presenta de forma abierta y global. Se podría asociar, por ejemplo, a la izquierda bolivariana, globalizada a través del Grupo de Puebla y organizaciones similares.

Aunque ellos no se autodenominan extrema izquierda, pienso que es correcto calificarles como tal ya que no hacen ascos a las dictaduras de Cuba, Venezuela o Nicaragua. O a la colaboración con el islamismo iraní, con quien comparten la consideración de las democracias liberales como un enemigo común.

Podemos se encuadra ahí. También parte del PSOE, liderado por Zapatero.

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Hay otra izquierda, esta reformista, que tiene su origen en las sociedades fabianas anglosajonas de finales del XIX. Desde un principio orientó su estrategia en dos vertientes: el adoctrinamiento de la ciudadanía a través de la enseñanza y a la influencia práctica en la dirección de sociedad desde el poder financiero y las instituciones.

La London School of Economics o Harvard o el actual control de los medios de comunicación tecnológicas serían un ejemplo de lo primero, el adoctrinamiento. La influencia de Rockefeller, Rothschild, Soros o Kissinger sería un ejemplo de lo segundo.

Se podría asemejar a lo que en España intentó el Opus Dei, una mezcla de adoctrinamiento y poder político-económico implementada a través de una organización poco transparente.

Esta izquierda reformista de ámbito global es lo que habitualmente denominamos como globalismo. Que tiene como objetivo establecer un Nuevo Orden Mundial (NOM) controlado por ellos. Y despliegan agendas de trabajo como la denominada Agenda 2030.

Está organizada en lo que ellos denominan como círculos. Siendo los círculos más internos los de la más alta dirección. Así tendríamos la Sociedad Fabiana en Inglaterra, la Pilgrims Society en EEUU en origen. O más actuales el Consejo de Relaciones Exteriores (CFR) en EEUU, el Royal Institute of International Affairs en Reino Unido (RIIA, también denominado Chatham House), el Club Bilderberg en Europa o la Comisión Trilateral para agrupar a EEUU, Europa y Japón.

Tanto el PSOE como el PP estarían fuertemente influidos por el globalismo, cuando no directamente a su servicio.

El globalismo también mantiene puentes de colaboración con extrema izquierda.

Imagen procedente de «Los amos del PSOE«, un libro absolutamente revelador.

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