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Pedro Sánchez: el rey de las mentiras sin vergüenza
Pedro Sánchez se ha ganado a pulso el título de maestro del engaño en la política española.
Desde que llegó al poder en 2018, tras una moción de censura que prometió ser un simple trámite antes de elecciones rápidas, ha tejido una red de falsedades que harían sonrojar a cualquiera con un mínimo de decencia.
Pero él no. Sánchez miente con descaro, cambia de discurso sin pestañear y traiciona sus palabras como si fueran papel mojado, todo por aferrarse al sillón de La Moncloa.
Empecemos por su gran debut
Juró que convocaría elecciones inmediatas tras echar a Rajoy, pero se aferró al poder casi un año, hasta abril de 2019, cuando no le quedó más remedio. ¿Honestidad? Ninguna.
Luego vino su baile con EH Bildu y Podemos
“Con Bildu no vamos a pactar, lo digo cinco veces si quieres”, bramó en 2017, para luego negociar con ellos sin pudor en 2020, vendiendo su dignidad por unos votos.
Y qué decir de Podemos: “No dormiría tranquilo con ellos en el Gobierno”, soltó en 2019, antes de meter a Pablo Iglesias como vicepresidente meses después. ¿Principios? Solo los que le convienen en cada momento.
El colmo llegó con la amnistía a los independentistas catalanes
Años negándola, diciendo que era imposible, ilegal, inmoral, para luego doblarse ante Junts y ERC en 2023 y aprobarla con una sonrisa cínica. ¿Qué pasó con su palabra? La tiró a la basura cuando vio que su trono peligraba.
Y en lo económico, más de lo mismo
Presume de milagros como “multiplicar por cuatro el PIB” mientras los datos lo desmienten con un crecimiento mediocre. Habla de bajar la deuda, pero la engorda en silencio, endeudando a generaciones mientras se pavonea.
Sánchez no tiene escrúpulos.
Sus mentiras no son errores, son su modus operandi: prometer lo que sea, negar lo que convenga y luego hacer lo contrario sin inmutarse.
Es un político de manual, pero del peor tipo: el que cree que los ciudadanos son idiotas y que su memoria es tan corta como larga su ambición.

España merece más que este rey del embuste, pero mientras siga en el poder, la única verdad es que no hay verdad en él.