Clicky

Tiempo de lectura aprox: 3 minutos, 16 segundos

Analicemos el ODS número 16 de la #Agenda2030:

“Paz Justicia e Instituciones sólidas”

El miedo es el arma más poderosa y efectiva para poder controlar un colectivo.

El miedo paraliza, bloquea la mente y hace serviles a los individuos, que aceptarán u obedecerán las normas que imponga la autoridad, sin cuestionarlas.

En su afán de dominar el mundo y subvertir el orden social actual, los poderosos no dudarán en provocar o aprovecharse de situaciones extraordinarias, en la que se produzca un clima de temor entre las personas para ir poco a poco quitándoles la libertad sin que se den cuenta.

Esto que puede sonarnos a China y su estricto control social, lo hemos vivido todos (muchos sin ser conscientes de ello) durante los años de pandemia.

Las fases de implantación del miedo

– Una amenaza externa

puede ser real, creada o provocada. Algunos ejemplos pueden ser catástrofes naturales, epidemias, guerras, crisis económicas, un golpe de estado, una oleada de robos en el barrio, una invasión alienígena… En definitiva, situaciones que alteran el orden normal de la cosas, que rompen con la rutina y someten a las personas a altas dosis de estrés, incertidumbre y miedo.

– Una aparente solución

en medio de la confusión y del temor aparece alguien que parece que sabe lo que hace y que tiene una solución para devolvernos a la normalidad y seguridad de nuestras vidas anteriores.

– Una contraprestación

pero como nada es gratis en esta vida, a cambio de la solución se nos pide que ofrezcamos una contraprestación. Ésta, rara vez será económica sino que se nos pedirá renunciar temporalmente a parte de nuestra privacidad, de nuestra libertad, de nuestra propiedad, para obtener una seguridad o protección de la que ahora carecemos y que estimaremos más valiosa que cualquier otra cosa.

– La aceptación

Una vez aceptada la propuesta por la mayoría llenarán nuestra vida de normas que restrinjan nuestras libertades siempre bajo la promesa de la temporalidad y para ser más eficaces llenarán nuestras vidas de dispositivos que les permitan detectar la amenaza incluso antes de que se produzca.

– El tiempo

cuando esa promesa de temporalidad comience a desvanecerse y la situación se alargue más de lo previsto, se producirán dos situaciones:

1.- Muchas personas se habrán acostumbrado a esa privación de libertad y la habrán asumido como parte de la «nueva normalidad» que el contexto impone.

2.- Habrá quienes empiecen a desconfiar e incluso a oponerse a las medidas, valorando más su libertad que la aparente protección que le ofrecen las nuevas normas.

– Los cómplices

para evitar disidencias y detectar opositores hasta en los lugares más ocultos, los que ejercen el poder se servirán de aquellos que tengan más miedo, ofreciéndoles una oportunidad de demostrar su compromiso a la causa.

Estos policías “improvisado” denunciarán a cualquier persona que infrinja las normas, movidos muchas veces por el odio y el pánico, deshumanizando a los infractores y tratándolos como una amenaza que hay que eliminar.

– La represión

perseguir y castigar las infracciones permite consolidar la nueva situación en el tiempo, con el fin de establecer de forma permanente las nuevas medidas, que irán además siendo cada vez más estrictas. Cuanto más tiempo pasa, más se cede, más difícil es la posibilidad de recuperar la libertad y más totalitarismo.

– La solución definitiva

este totalitarismo será el remedio final que, una vez establecido, ante la imposibilidad de volver al orden anterior, permanecerá de forma indefinida, cuando ya nadie ni siquiera se acuerde de la amenaza primera que provocó todo el cambio.

Este proceso se repite en mayor o menor medida muchas veces en nuestras vidas, no solo en situaciones de una gravedad excepcional, sino incluso como técnica comercial o requisito imprescindible para poder utilizar un servicio, para vendernos seguros, para instalarnos una aplicación en el teléfono móvil, para poder sacar nuestro dinero de un cajero, para comprar una silla de bebé para el coche, para ponernos una vacuna determinada, para que no nos entren en la cuenta de Instagram,…

El miedo es el elemento común que permite todas estas cosas en las que el resultado es siempre el mismo: cedemos nuestra libertad por un poco de aparente seguridad.

Y ello va a más, porque hay un miedo principal que han conseguido inocular en la sociedad: el miedo al cambio climático, bajo cuya amenaza (real, creada o provocada) ya se están cambiando los cimientos y la estructura de nuestra sociedad. Porque solo con el control absoluto se podrán conseguir «ciudades y comunidades sostenibles».

¿Cómo lo están haciendo?

-Creando y provocando situaciones de emergencia que supongan una amenaza para todo el planeta.

– Aprovechando las emergencias reales y presentándolas como consecuencia de las emergencias creadas y provocadas.

– Sirviéndose de los medios de información y comunicación para acrecentar la sensación de emergencia y para difundir un relato único de los hechos.

– Censurando y persiguiendo las informaciones que contradigan el relato oficial, tachándolas de bulos y desinformación, amparados por cómplices que se aprovecharán de su situación de autoridad y credibilidad para confundir a las personas.

– Desacreditando a los expertos que aporten criterios y argumentos profesionales o científicos y que puedan reducir la atmósfera del miedo entre la población.

– Estableciendo legislaciones y medidas que restrinjan las libertades de los individuos: libertad de movimiento, de reunión, de expresión, de propiedad, de privacidad, etc.

– Imponiendo multas, sanciones y mayor privación de libertades para disuadir a los infractores y opositores.

– Promoviendo la «colaboración ciudadana» para llegar a aquellos lugares donde las medidas impuestas no sean suficientes.

– Estableciendo un sistema de premios y castigos según el comportamiento esperado, que supongan la promoción o degradación social de los individuos.

– Promoviendo la concentración de la población en las ciudades, que son más fáciles de controlar que los pueblos.

Fuente

Aquí