Pedro Sánchez es un experto en vender humo y traicionar su palabra con una cara dura que roza lo insultante.
Su historial de mentiras es tan largo que parece un guion de ficción, pero aquí están los hechos, fríos y claros, que demuestran cómo este hombre juega con la verdad como si fuera un chiste.
Primero, su entrada triunfal en 2018 tras la moción de censura a Rajoy
“Convocaré elecciones lo antes posible”, dijo el 1 de junio en el Congreso, con esa pose de salvador.
¿Resultado? Se agarró al poder como una lapa hasta abril de 2019, casi un año después, solo cediendo cuando sus socios catalanes le dejaron en la estacada con los Presupuestos.
Una mentira descarada desde el minuto uno.
Luego, su teatrillo con EH Bildu
“Con Bildu no vamos a pactar, lo digo cinco veces o veinte”, soltó en una entrevista en Telecinco en 2017.
Pero en noviembre de 2020, ahí estaba, pactando con ellos los Presupuestos Generales, dándole la mano a un partido que él mismo había demonizado.
Y no hablemos de Podemos: en febrero de 2019, en TVE, juró que “no podría dormir tranquilo” con ellos en el Gobierno. Nueve meses después, el 12 de noviembre, firmaba un pacto con Pablo Iglesias y lo nombraba vicepresidente. ¿Coherencia? Cero. ¿Vergüenza? Menos aún.
La amnistía a los golpistas catalanes es otro puñetazo en la mesa
“No habrá amnistía, es inconstitucional”, repetía como un loro en 2019 y 2020, incluso en un debate en el Senado el 27 de octubre de 2021. Pero el 23 de julio de 2023, tras las elecciones, cuando necesitó los votos de Junts y ERC, dio un giro de 180 grados y aprobó la ley en marzo de 2024. Una voltereta tan descarada que hasta sus propios votantes se quedaron boquiabiertos.
En lo económico, Sánchez es un mago de las cifras falsas
En el debate de investidura del 4 de julio de 2023, afirmó: “Estamos multiplicando por cuatro el PIB este año”. Eurostat lo desmintió: 3,8% de crecimiento en el primer trimestre, un dato decente pero a años luz de su fantasía. Otra: en 2022, en un mitin en Sevilla, presumió de “bajar la deuda pública al nivel más bajo en 15 años”. La realidad: la deuda absoluta superó los 1,5 billones de euros en 2023, según el Banco de España, un récord histórico. ¿Bajada? Solo en su imaginación.
Y no olvidemos el IVA de las mascarillas.
En plena pandemia, el 15 de abril de 2020, prometió en el Congreso bajar el IVA de las mascarillas del 21% al 4%. Pasaron siete meses y, tras miles de muertes y quejas, lo hizo el 10 de noviembre, pero solo después de que la UE le diera permiso. Mientras, las familias pagaban de más por un producto básico en una crisis sanitaria. Cinismo en estado puro.
Sánchez miente como respira: sobre el Falcon (dijo en 2018 que reduciría su uso, pero lo usó 147 veces en 2022 según datos oficiales), sobre el referéndum en Cataluña (negado en 2018, insinuado en 2023), sobre los indultos (juró que no los daría en 2019, los firmó en 2021).
Cada promesa rota es un escupitajo a la cara de los españoles.
Este tipo no tiene principios, solo ambición. Y mientras él se ríe en La Moncloa, los ciudadanos pagan el precio de su farsa interminable.
Pedro Sánchez: el rey de las mentiras sin vergüenza
Pedro Sánchez se ha ganado a pulso el título de maestro del engaño en la política española.
Desde que llegó al poder en 2018, tras una moción de censura que prometió ser un simple trámite antes de elecciones rápidas, ha tejido una red de falsedades que harían sonrojar a cualquiera con un mínimo de decencia.
Pero él no. Sánchez miente con descaro, cambia de discurso sin pestañear y traiciona sus palabras como si fueran papel mojado, todo por aferrarse al sillón de La Moncloa.
Empecemos por su gran debut
Juró que convocaría elecciones inmediatas tras echar a Rajoy, pero se aferró al poder casi un año, hasta abril de 2019, cuando no le quedó más remedio. ¿Honestidad? Ninguna.
Luego vino su baile con EH Bildu y Podemos
“Con Bildu no vamos a pactar, lo digo cinco veces si quieres”, bramó en 2017, para luego negociar con ellos sin pudor en 2020, vendiendo su dignidad por unos votos.
Y qué decir de Podemos: “No dormiría tranquilo con ellos en el Gobierno”, soltó en 2019, antes de meter a Pablo Iglesias como vicepresidente meses después. ¿Principios? Solo los que le convienen en cada momento.
El colmo llegó con la amnistía a los independentistas catalanes
Años negándola, diciendo que era imposible, ilegal, inmoral, para luego doblarse ante Junts y ERC en 2023 y aprobarla con una sonrisa cínica. ¿Qué pasó con su palabra? La tiró a la basura cuando vio que su trono peligraba.
Y en lo económico, más de lo mismo
Presume de milagros como “multiplicar por cuatro el PIB” mientras los datos lo desmienten con un crecimiento mediocre. Habla de bajar la deuda, pero la engorda en silencio, endeudando a generaciones mientras se pavonea.
Sánchez no tiene escrúpulos.
Sus mentiras no son errores, son su modus operandi: prometer lo que sea, negar lo que convenga y luego hacer lo contrario sin inmutarse.
Es un político de manual, pero del peor tipo: el que cree que los ciudadanos son idiotas y que su memoria es tan corta como larga su ambición.
España merece más que este rey del embuste, pero mientras siga en el poder, la única verdad es que no hay verdad en él.
En el vasto escenario de la oratoria, donde las sílabas se alzan como columnas de un templo efímero y las pausas resuenan con la gravedad de un oráculo, tú “Perro Sánchez” despliegas tu retórica como un alquimista que mezcla el plomo de las promesas con el oro fugaz de la esperanza, tejiendo un discurso que, cual corriente subterránea, fluye bajo la superficie de la comprensión común, serpenteando entre paradojas y volutas de ambición.
Tus frases, cual volutas de humo en un viento caprichoso, ascienden en espirales de grandilocuencia, envolviendo a la audiencia en una bruma de significados que se disipan al intentar asirlos, mientras tú, cual director de una sinfonía de espejos, reflejs en cada palabra la luz de una verdad que nunca termina de revelarse, dejando al pueblo suspendido en el éter de una elocuencia que promete todo y nada, un castillo de naipes verbal que se sostiene por la pura audacia de su arquitectura.