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Analicemos el ODS número 8 de la #Agenda2030:

“Trabajo decente y crecimiento económico”

Uno de los derechos fundamentales del ser humano, es el acceso a un trabajo digno, pero eso no lo protege de ser utilizado por los poderosos como un medio de explotación y esclavitud.

Hablamos de cómo gobiernos y empresas globalistas buscan asfixiar cualquier iniciativa privada que les pueda quitar cuota de mercado o que permita a los individuos tener cierta independencia laboral.

La transformación laboral que vivimos se manifiesta en 2 fuentes:

El monopolio digital: que consiste en la imposibilidad de competir en igualdad de condiciones con empresas multinacionales que han colonizado los mercados, llevándolos a un monopolio digital.

Un modelo en el que al final unos pocos se benefician y la gran mayoría acaban perdiendo.

Abuso fiscal: los gobiernos penalizan cada vez más las iniciativas laborales privadas, mediante una imposición fiscal abusiva, cuyo único fin es desincentivar el trabajo autónomo que no dependa ni del estado, ni de las empresas globalistas.

Al mismo tiempo crecen las iniciativas dirigidas a fomentar una menor presencia laboral, con el pretexto de favorecer la flexibilidad, la conciliación, ahorrar energía y reducir la contaminación. Pero, a largo plazo estos cambios supondrán para muchos vivir más aislados, y por lo tanto ser más vulnerables; un aumento del cansancio, el estrés, la ansiedad y la depresión, de los riesgos laborales y en definitiva un mayor riesgo para su salud.

¿Cómo están haciendo?

– Aprobando leyes que reduzcan la autonomía laboral de los individuos y penalicen el trabajo autónomo, con impuestos y burocracia.
– Promoviendo por acción u omisión la globalización de los mercados, gestionados por unas pocas empresas.
– Promoviendo el teletrabajo, la jornada laboral de 4 días y otras medidas que reduzcan la presencialidad laboral.

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