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Todo seguirá igual mientras no se rompa el régimen, que parece más propenso a una explosión interna que a un ataque externo.

Sólo la incansable labor autodestructiva de los estamentos parasitarios —de la casta— acabará con este espantajo del 78, que, en realidad, es un cadáver andante.

No será por los desposeídos sino por los privilegiados por lo que se desmoronará este retablo de las maravillas que ya no engaña a nadie.

Para cuando ese momento llegue, y a punto estuvo en los años que siguieron a 2014, tendremos que estar preparados para asistir a movimientos y hechos que ni nos esperamos ni concebimos, pero que nada tendrán que ver con lo que ahora conocemos, que ya es parte del régimen.

Sertorio