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A lo mejor así entendemos un poco de qué va eso de la democracia antes de ir a “meter un papel en una caja”

Nuestro amigo de Twitter “Sálvese quien pueda” hoy nos escribe un cuento, sólo esperamos que se lo leáis a vuestros hijos y nietos y lo difundáis a ver si es posible que la gente piense un poquito de una vez.

EL CUENTO

” Érase una vez un pueblo en el que todos sus habitantes trabajaban, y cada uno se pagaba sus gastos; casa, luz, comida, médico, etc…

Todos ahorraban para su jubilación, y cuando ésta llegaba, iban tirando con la ayuda de sus vecinos.

Cuando alguien enfermaba y no podía trabajar, entre todos le echaban una mano hasta que se recuperase, y todos ponían una cantidad de dinero cada mes para las reparaciones y mejoras que había que hacer en el pueblo, las cuales decidían por mayoría cuando se reunían para tomar esas decisiones.

Un día se mudó al pueblo un joven que había heredado una casa de sus abuelos. Los demás habitantes del pueblo le dieron la bienvenida, y se alegraron de la llegada de sangre nueva al pueblo.

Empezaron a llevarle comida como señal de buena vecindad, hasta que el muchacho se pudiera valer por sí mismo, pero iba pasando el tiempo, y los del pueblo veían que el nuevo vecino sólo se dedicaba a andar por el pueblo tocando la guitarra y vivir de lo que le daban los demás.

Los habitantes del pueblo le ofrecieron trabajar en las tierras de un vecino, pero el joven se dijo que eso no le gustaba. Entonces le dijeron que si quería trabajar como mozo en la tienda, pero también lo rechazó, igual que de ayudante del carpintero, de aprendiz del panadero, etc…

Los lugareños le preguntaron entonces qué era lo que le gustaba hacer a él. El joven les contestó que a él lo que le gustaba era tocar la guitarra. Los vecinos le preguntaron cómo pensaba ganarse así la vida, y el guitarrista les respondió que él pensaba que como todos oían su música cuando tocaba por las calles, debían pagarle por ello.

Los vecinos se reunieron, y votaron entre todos seguir dándole alimento y algo de dinero, porque no importaba tener a un músico en el pueblo, aunque fuera pagado entre todos.

Siguieron así un tiempo, y pronto llegó a casa del guitarrista otro músico, esta vez trompetista… y poco después un pintor de cuadros… y después un escritor, y otro, y otro más… hasta que a los del pueblo cada vez les costaba más trabajo darles dinero y comida a todos.

Los vecinos volvieron a reunirse, porque la situación se hacía insostenible, pero esta vez, cuando llegó la hora de votar, resulta que había más habitantes que vivían mantenidos por los demás que habitantes que trabajaban. Y cuando votaron, la mayoría compuesta por los que habían llegado al pueblo decidió que iban a seguir así para siempre.

Poco a poco los nuevos habitantes del pueblo, que seguían creciendo en número, iban exigiendo cada vez más y más al resto, hasta que ya no había dinero para arreglar las calles, ni para reparar las luces, y poco a poco los habitantes del pueblo se fueron marchando poco a poco, empobrecidos e infelices”

Cada cual que saque sus propias conclusiones.

Gracias a @cierraelpico por este cuento