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No vayas más allá de tu objetivo original: triunfar, aprender a cuándo detenerte.
El momento del triunfo es a menudo el momento de mayor peligro.
En el fragor de la victoria, la arrogancia y un exceso de confianza en tus fuerzas pueden llegar a impulsarte más allá de la meta que te habís propuesto en un principio, y al ir demasiado lejos, serán más los enemigos que te crearán que los que logres vencer.
No permitas que el éxito se te suba a la cabeza.
No hay nada como la estrategia y la planificación cuidadosa.
Fíjate un objetivo y, cuando lo alcances, detente.